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Vista del Hospital General hacia 1882, construido durante las Reformas Liberales. (Foto: La Tribuna) |
Redacción: Luis Escalante / 28 de marzo de 2017
Las Reformas Liberales de 1876 marcaron, sin duda alguna, un hecho trascendental en la historia social, económica y política del país. Tanto así que el actual modelo de Estado –sea bueno, malo o pésimo– se lo debemos a las Reformas Liberales y a la ideología liberal de sus precursores. En este pequeño y bastante conciso ensayo hablaré sobre el contexto histórico de las Reformas y su importante papel en la actualidad del país.
Antecedentes
En 1838, tras la disolución de la –establecida en 1825 durante la presidencia del salvadoreño Manuel José Arce– República Federal Centroamericana, Honduras dejó de ser miembro de un Estado Federal para convertirse en una nación independiente. Debo aclarar que Centroamérica, luego del fusilamiento de Francisco Morazán a manos de los conservadores encabezados por Rafael Carrera, se vio envuelta en un anárquico período de tiempo manchado por las guerras civiles que tuvieron fuerte impacto en las actuales repúblicas de Honduras, Nicaragua y El Salvador. En nuestro país el caos se prolongó hasta 1876, año en que Marco Aurelio Soto y su primo Ramón Rosa comenzaron un proyecto de nación que prometía ser bastante integrador. Me refiero, sin más preámbulo, a la Reforma Liberal.
En el caso general de Centroamérica, al comprender que las relaciones socioeconómicas con las élites agroexportadoras no serían suficiente para impulsar un desarrollo tangible, a finales del Siglo XIX todos los gobiernos del istmo promovieron diversas reformas con el fin de consolidar a sus respectivos países como Estado-Nación. La primera de estas reformas se dio en Guatemala con el régimen de Justo R. Barrios (1873-1885); mientras que, por otra parte, en el caso de Honduras fue hasta 1876 con la llegada de Marco Aurelio Soto a la presidencia.
Marco Aurelio Soto y su ascenso al poder
Honduras, antes de la llegada de Marco Aurelio Soto al poder, se encontraba en un período conocido como la República Incipiente. El país estaba bastante rezagado en cuanto a la integración al sistema político/económico mundial (llámese, en términos familiares, capitalismo), esto debido a la gran inestabilidad política interna y, de forma paralela, a un sistema económico en el cual la producción era únicamente para el abastecimiento y no para la exportación. Ésto, aunado a las decadencias que presentó el gobierno del conservador José María Medina (el cual se vio envuelto en el escándalo de corrupción de los empréstitos destinados a la construcción del Ferrocarril Nacional), sentó las bases para que distintos grupos intelectuales (influenciados, en su gran mayoría, por el positivismo de Comte) con ideas liberales propusieran cambios contundentes en el sistema socioeconómico y político del país. Entre estos ideólogos se encontraba Ramón Rosa; quien fue, a mi criterio, uno de los mejores pensadores hondureños a finales del Siglo XIX.
De esta forma en 1876, afín a los planes reformistas y liberales del gobernante guatemalteco Justo Rufino Barrios, Marco Aurelio Soto y su primo Ramón Rosa llegan al poder, inaugurando su administración el 26 de agosto en la isla de Amapala, al sur de Honduras. Soto, de igual forma, al año siguiente convocó a elecciones generales en fechas 22 y 25 de abril de 1877. Sin ningún adversario conservador (tampoco independiente), Marco Aurelio Soto se presentó, literalmente, como único candidato para las mencionadas elecciones. Fue así que la Asamblea Nacional de Comayagua (en aquel entonces capital del país) consagró a Soto como Vigésimo Presidente de la República de Honduras para el periodo establecido de 1878-1881. Debe ser constatado, antes de empezar a hablar sobre la Reforma Liberal, que Honduras se consolidó como Estado Nacional
durante el régimen liberal de Marco Aurelio Soto (prolongado hasta 1883), pues tal como indiqué en el párrafo anterior, el periodo que pasó entre 1842 y 1876, se conoció como la
República Incipiente.
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Fotografía de Marco A. Soto durante el periodo que trabajó para el gobierno de Guatemala. (Foto: Historia de Honduras) |
Reformas y la nueva legislación
Con el fin de regular las relaciones sociales en sus diversos órdenes y abolir leyes arrastradas desde la colonia, la Reforma decretó mediante la Constitución de 1880 una nueva legislación. Estas reformas traían consigo muchas restricciones políticas, por ejemplo: no podían optar a ser electores políticos personas con una edad menor a los 25 años, tampoco analfabetas y pobres. A las mujeres, respondiendo a la casi intrínseca tradición machista –que ha imperado, impera y, por como van las cosas, imperará– en el país, se les continuó negando el derecho a votar. Como referencia de esto, haré mención a las palabras del diputado Carlos Alberto Uclés, quien, en 1894, haciendo alusión al machismo bíblico, afirmó lo siguiente: «La mujer no es capaz del gobierno... Más valen las mujeres de la Biblia, que las de la Revolución». Si analizamos estas palabras de forma bastante crítica, nos daremos cuenta que muy poco han cambiado las cosas desde aquel 1894. Hasta el día de hoy, la mujer que más cerca estuvo de llegar a la presidencia de la República fue doña Xiomara Castro de Zelaya (por el Partido Libertad y Refundación) en las elecciones generales de 2013. Entonces, ¿ha existido una antítesis para las palabras del doctor Uclés? Desviándome un poco, no es de extrañar que el primer país centroamericano en tener a una mujer como presidente haya sido Costa Rica, con el reciente gobierno de Laura Chinchilla (2010-2014).
El proyecto político de la Reforma se caracterizó por poner al Estado como la única fuente legítima de autoridad. A la vez, siendo la centralización del poder la única respuesta a la inestabilidad política que, en teoría, se pretendía abolir. Esta centralidad del Estado impulsó la creación de redes de comunicación nacionales, tales como el telégrafo, el correo y el camino, es decir elementos que, sin lugar a dudas, fueron indispensables para la integración nacional. Asimismo, la cultura, la educación y la prensa jugaron un papel bastante importante en esta integración nacional. Por ejemplo, con las Reformas se dio apertura a distintas escuelas y colegios en Tegucigalpa, así como también, en otras zonas urbanas y rurales; se inauguraron instituciones de carácter cultural como la Biblioteca y el Archivo Nacional (mediante decreto del 5 de marzo de 1880); y algunos periódicos fueron fundados.
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El Ferrocarril Nacional se fundó durante el periodo de las Reformas Liberales. (Foto: Memoria Histórica Honduras) |
Separación de la Iglesia y el Estado
Al momento de hablar sobre la Reforma Liberal, uno los temas que más se toman en cuenta es la Separación de la Iglesia y el Estado o, en términos técnicos, la constitución del Laicismo. Sobre el laicismo en Honduras recomiendo el siguiente
artículo, del cual el historiador Jorge Alberto Amaya es autor. Debemos apuntar que la separación de la Iglesia y el Estado promovida por el régimen reformista no fue el primer intento de alcanzar el laicismo. Hay que recordar que durante la República Federal Centroamericana, Francisco Morazán tuvo como propósito organizar un estado moderno. Para llevar a cabo tal objetivo, uno de los planes era consolidar un laicismo sólido y, de esa forma, retirar toda la autoridad que la Iglesia Católica venía ejerciendo desde los tiempos de la colonia. Este proyecto no llegó a ser exitoso y, en cambio, Morazán se ganó el resentimiento por parte de las autoridades eclesiásticas, quienes lo apodaron
Chico Ganzúa. Entre algunas de las acciones que Morazán propuso se encontraban las siguientes:
- Decretó libertad de culto.
- Estableció el matrimonio civil.
- Eliminó el diezmo obligatorio.
- La administración de los cementerios pasó a manos de las municipalidades.
- Confiscó bienes y propiedades a la Iglesia para, de esa forma, entregárselas a personas de bajos recursos.
No obstante, fue hasta durante la Reforma Liberal de 1876 que se consolidó el Laicismo en Honduras. Con la nueva constitución de 1880, Honduras impulsó un modelo de estado laico. Algo que, sin duda alguna, desafiaba al tradicional poder que ejercía la Iglesia Católica. Un modelo que años atrás ya había sido propuesto por Francisco Morazán; el cual, entre otras reformas, incluía
libertad de culto, abolición de diezmos, secularización del registro de las personas y expropiación de tierras pertenecientes a la Iglesia. Esto representó, esencialmente, la secularización y laicidad del Estado Hondureño desde finales del Siglo XIX hasta el presente. Sin embargo, a mi aún me quedan dudas de que esto sea así. Por otra parte no debemos obviar que, tanto la Iglesia Católica como otras sectas protestantes, han impuesto -históricamente- en la sociedad hondureña un único modelo de pensamiento. Tanto así que, de acuerdo con una encuesta realizada en 2012 por la mundialmente reconocida CID-Gallup, se estimó que un 92% de la población hondureña se considera religiosa.
A continuación las palabras de Julieta Castellanos (icono actual del laicismo en Honduras) en una entrevista con Darío Banegas en 2015. Mismas que, en lo personal, comparto:
“La Iglesia no representa a Dios, más bien son oficios o profesiones. Son, de hecho, formas de hacer la religión. No coincido con todas las Iglesias, ni tampoco con las formas que éstas utilizan para acercarse a una deidad. Obligan a creer, aveces, hasta en lo absurdo; en creer que la injusticia, la desgracia y los malos gobiernos son problemas que deben ser solucionados por Dios. Nos hacen creer que lo que pasa en el país es en nombre de Dios, yo no creo en eso. Dios, para mí, no es una figura o concepción para castigar. En cambio, para mí es una serie de valores que tienen que ver con prácticas de cotidianidad, respeto y convivencia. No es lo mismo el concepto de Dios de la Edad Media que el de esta época. Los avances científicos han hecho que ese concepto de creación universal se vaya modificando desde los antiguos dogmas hasta lo que hoy, gracias a los anteriormente citados avances científicos, conocemos del universo.” -Julieta Castellanos, socióloga, rectora de la UNAH y promotora del laicismo en Honduras.
Impulso de la agricultura de exportación
El intento de vincular la economía nacional al mercado mundial, mediante la producción y exportación de añil, café, cacao y tabaco, fue el proyecto económico más importante que se desarrolló durante las reformas liberales. Así, en 1877 fue promulgada una nueva «Ley de Agricultura»,
con el objetivo de promover el cultivo y la exportación de café, caña de azúcar y cacao, entre otros productos agrícolas exportables. De esta forma, se dio apertura a la creación de una empresa dedicada a este rubro: la New York Rosario Mining Company, con la cual Marco Aurelio Soto se encontraba involucrado. Como dato resaltable, esta fue la primera empresa en el país que abrió las puertas a la inversión con capital extranjero. Aún así, el mayor reto que continuaba teniendo la reforma era la consolidación de su proyecto económico en un país que, para finales del Siglo XIX, apenas contaba con una población de 300,000 habitantes, los cuales se encontraban dispersos en aldeas y caseríos distribuidos en las zonas centro, sur y occidente del territorio hondureño. El Estado de Honduras, con cierto grado de desesperación, se dio a la tarea de promocionar los principales recursos naturales del país (minas, tierras fértiles y la abundancia de bosques con preciosas maderas). Todo esto a cambio de inversionistas extranjeros que supieran sacar provecho de mencionados recursos y que también le generaran ingresos al Estado para que, de esa forma, éste desarrollara al país.
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Empleados de la Rosario Mining Company, en San Juancito. (Foto: La Tribuna) |
La Reforma Liberal en el contexto político
La Reforma Liberal desarrolló, evidentemente, un cambio total en el sistema político del país; aunque, como aclaración, no giró en torno a ningún partido político. Entre 1876 y 1891, los reformadores gobernaron de forma independiente. Ramón Rosa, por su parte, argumentaba el anacronismo que existía entre los partidos Liberal y Conservador. Recordemos que para el Siglo XIX, Honduras aún arrastraba aspectos políticos de los tiempos de la colonia y, como mencioné anteriormente en este ensayo, la idea principal de la Reforma fue consolidar a Honduras como un Estado Nacional. Esto incluyó el mantenimiento de la paz y una mayor estabilidad social a la que se dio durante la
República Incipiente. Con la Reforma Liberal, también, se reorganizó el Ejército Hondureño (incluyéndose el servicio militar de carácter obligatorio). Además, se fundó la Policía Nacional de Honduras, así como el desarrollo de proyectos de infraestructura y urbanización en lo largo y ancho del territorio hondureño. Una de las repercusiones de la reforma e ideología liberal fue la fundación del Partido Liberal de Honduras, en 1891. Esto, de forma simultánea, con el pensamiento nacionalista que se dio a la tarea de fundar, de la mano de Manuel Bonilla, el Partido Progresista de Honduras (actualmente Partido Nacional de Honduras).
Conclusiones
No podemos hablar de Honduras como nación sin antes conocer qué fueron la Reformas Liberales y cuáles fueron las repercusiones que éstas han tenido en el país, tanto en el Siglo XX como en el XXI. Algunos estudiosos de la historia del país responsabilizan a la Reforma Liberal de todo lo que hoy en día es Honduras (sea bueno o malo). Recordemos que la Reforma Liberal intentó asociar su proyecto político para consolidar el Estado Nacional con un proyecto económico globalizado. ¿Fue lo que esperaban los reformadores Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa? Quizás no. Sin embargo, hayan dado o no los frutos esperados, no debemos obviar que las Reformas Liberales marcaron en la historia del país un cambio radical en el sistema político, económico y social.
Referencia bibliográfica
1) Barahona, Marvin. «Honduras en el Siglo XX: Una síntesis histórica». Editorial Guaymuras, 2005, p. 27-47. ISBN: 9992633360
2) Sierra Fonseca, Rolando. «Colonia, Independencia y Reforma». Fondo Editorial UPNFM, 2001, p. 7-52. ISBN: 9992662689
3) Varela Osorio, Guillermo. «Historia de Honduras (Edición Actualizada)». Editorial Independiente, 2016, p. 176-180. ISBN: 9789992652985
4) Fumero, Patricia. «Centroamérica: desarrollo desigual y conflicto social (1870-1930)». Centro de Investigaciones en Identidad y Cultura Latinoamericana (Universidad de Costa Rica), 1983, p. 1-3.
5) Amaya, Jorge. «La reforma liberal y la construcción de la figura de Francisco Morazán como imaginario de la nación». Revista de Investigación Educativa (Universidad Nacional Autónoma de Honduras), año 20, no. 21, p. 80-85.
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Perfil del autor: Luis Alberto Escalante Cámbar es un tegucigalpense nacido en 1999. Tiene interés en la filosofía, la historia y las ciencias políticas. Actualmente es estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica de Honduras. Un apasionado soñador y contador de historias.