La dinastía árabe y palestina en Honduras
Camilo Atala Faraj, reconocido banquero y actual presidente del Grupo FICOHSA. (Foto: La Tribuna) |
¿Alguna vez te has preguntado quienes controlan gran parte de los productos que consumís a diario? A continuación leerás la historia de cómo los árabes y palestinos llegaron a convertirse en los dueños de gran parte del monopolio hondureño.
¿Qué los impulsó a emigrar hacia Honduras?
Tras la Reforma Liberal de 1876 (desarrollada por Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa), Honduras se vio obligada a impulsar un sistema de economía capitalista bastante similar al que ya se venía gestando en casi toda Latinoamérica. Para llevar a cabo tal propósito, el Estado Hondureño comenzó a atraer capital extranjero (principalmente de Europa y Estados Unidos) y, del mismo modo, incentivó el establecimiento de colonias inmigrantes, a las cuales –de animarse a invertir en este país– les eran garantizados un sinfín de beneficios.
Sin embargo, debe ser constatado que el 26 de febrero de 1866 (durante el mandato del general José María Medina) ya había sido aprobada en Honduras la primera «Ley de Inmigración». Fue a partir de ese año que empezaron a darse los primeros flujos migratorios en el país, principalmente provenientes de Estados Unidos, Alemania, Italia y Francia. Aún así, los árabes y palestinos fueron quienes de forma paradójica, varias décadas después, establecerían en el país la mayor colonia de inmigrantes conocida hasta el día de hoy.
Ante la crisis que afrontaba el Imperio Otomano para finales del Siglo XIX, grandes grupos de árabes y palestinos se vieron obligados a emigrar en busca de nuevos rumbos. Centroamérica no se vio exenta ante esta situación. Se conoce que los primeros inmigrantes árabes y palestinos que llegaron a territorio centroamericano se establecieron inicialmente en la república hermana de El Salvador. No obstante, tiempo después, comenzaron a diseminarse por todo el istmo y, principalmente, en Honduras.
La llegada de los primeros árabes y palestinos a Honduras
Los primeros registros de presencia árabe en Honduras datan del año 1893, cuando Constantino Nini (proveniente de Trípoli, Líbano) llegó a la Costa Norte. De acuerdo con el historiador y profesor Darío Euraque, Nini comenzó vendiendo mercancías de casa en casa y, tiempo después, estableció una fábrica de trapeadores y escobas en la ciudad de La Ceiba, departamento de Atlántida. Por otra parte, según la etnógrafa Nancie González, para el año 1899 en la Catedral de San Pedro Sula fue bautizada la hija ilegítima de una mujer hondureña y un ciudadano árabe-palestino.
Antes de avanzar, considero digno de resaltar que algunas de las primeras familias árabes establecidas en Honduras fueron los Handal, los Larach, los Yacamán y los Nini.
La inmigración árabe y palestina en Honduras tuvo un considerable crecimiento entre los años 1910 y 1930. Esto pudo darse a consecuencia de que, tras culminar la Primera Guerra Mundial (1914-1918), el Imperio Otomano o Turco (que había dominado a los palestinos) se desintegró. Por lo tanto, esto impulsó un segundo flujo migratorio de palestinos hacia Honduras, apoyado en el tremendo éxito que estaban teniendo sus predecesores.
Los primeros árabes y palestinos que llegaron a Honduras comenzaron vendiendo, entre muchos otros artefactos, pequeñas artesanías construidas a base de madera de olivo. Una estrategia de comercio que, desde mi punto de vista, fue bastante inteligente; tomando como parámetro que el gran número de católicos practicantes en el país se veían enormemente atraídos por comprar artículos hechos en Tierra Santa. Cabe constatar que la mayoría de árabes-palestinos radicados en Honduras se dedicaron al comercio, aunque también, pero en menor escala, a la ganadería.
Domingo Larach construyó en 1905 el primer edificio comercial de San Pedro Sula. |
Aún así, la vida para los árabes y palestinos en Honduras se ha visto históricamente marcada por la xenofobia y el aislamiento social. Se conoce que, para mitades del Siglo XX, sólo un escaso número de ellos había frecuentado agrupaciones sociales como las Logias Masónicas, los Casinos y los Clubes Sociales. El recelo de parte de la población hondureña hacia el imparable éxito de los árabes desembocó, sin duda alguna, en el estropeo de las relaciones interculturales entre estos dos grupos. Sin embargo, esto no representó ningún obstáculo para ellos, ya que en Tegucigalpa la colonia árabe fundó (en 1939) la Sociedad Unión Juventud Árabe y, de igual forma en San Pedro Sula, el Centro Social Hondureño Árabe, que tuvo como primer presidente al señor Gabriel Kattán.
Vista al Centro Social Hondureño Árabe en San Pedro Sula. (Foto: Emaze) |
Fortalecimiento de la dinastía árabe y su reciente y efímera historia en la actividad política
Con el pasar de los años, la colonia árabe y palestina en Honduras se vio fuertemente beneficiada por la producción bananera, ya que ésta generaba la articulación de un mercado local. Así, se convirtieron en los intermediarios entre los centros industrializados del mundo y la demanda local de productos importados. Fue así que, desde 1920, lograron dominar la actividad comercial en San Pedro Sula, desplazando a la vez, a los europeos y estadounidenses. El poder económico de los árabes había alcanzado posiciones tan altas que, de las familias hondureñas, solamente los Bueso y Juan R. López podían representar una competencia para ellos.
Los árabes y palestinos lograron, quiérase o no, adueñarse de casi todos los medios de producción en el país. Es destacable hacer mención al dominio que han ejercido sobre la industria cafetalera (con las familias Kafatti y Kafie) y la textil (siendo, los árabes, pioneros en esa industria). Hoy en día poseen una enorme influencia en los medios de comunicación, la industria textil, la industria alimentaria, la industria banquera... y la lista puede continuar. Por otra parte, no quiero dejar a un lado que los árabes y palestinos se vieron interesados en la política hasta en la década de 1970. De esta forma, debo resaltar que el primer y único presidente hondureño de origen árabe en la historia ha sido el prominente empresario Carlos Roberto Flores Facussé (quien, por el Partido Liberal de Honduras, gobernó desde 1998 hasta 2002 ).
Referencia bibliográfica
1) Amaya, Jorge. «Los Árabes y Palestinos en Honduras (1900-1950)». Editorial Guaymuras, 1997. ISBN: 9789992654309
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Perfil del autor: Luis Alberto Escalante Cámbar es un tegucigalpense nacido en 1999. Tiene interés en la filosofía, la historia y las ciencias políticas. Actualmente es estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica de Honduras. Un apasionado soñador y contador de historias.
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